martes, 2 de abril de 2013

El circo de la mariposa


Antes de comenzar esta nueva entrada, debo confesar que ha sido tremendamente difícil para mí, poner en palabras la reflexión que me causó este video.

Creo que intentar describir el mensaje o la intención principal de las imágenes y la historia de este cortometraje, es vano y hasta trivial, porque en realidad el video permite que cada uno, con sus propias experiencias vividas, contexto social y cultural y hasta situación actual, tome de él lo que más necesite.

Es por eso que ahora recomiendo ampliamente que para poder leer y entender la reflexión que compartiré a continuación, previamente se reserven cerca de 20 minutos para buscar en YouTube el video de “El circo de la mariposa” y permitan que la historia de este impresionante corto los invada y deje en ustedes sus propias reflexiones.


Si están dispuestos a abrir sus mentes y corazones, les auguro una experiencia inolvidable…



En cuanto a mi experiencia particular se refiere, puedo decir con toda honestidad que ninguna proyección ha causado en mí tantas emociones, pensamientos y preguntas como ésta. Analizando todos los factores, he llegado a la conclusión de que esto puede deberse a la sensibilización que he ganado a lo largo de este curso de Responsabilidad social y ciudadanía, pues he aprendido a que los problemas y situación de los demás me afecten y me interesen profunda e intensamente. Y entre el resto de las causas posibles se localizan con toda seguridad mis experiencias previas, mi lucha, mis esfuerzos, mis sueños, mi propio contexto, mis sentimientos y emociones que hacen que de alguna manera me sienta identificada con la historia. Además, y para mi sorpresa, también se hicieron presentes las vivencias adquiridas en el tiempo que llevo participando en la implementación del plan de educación en el área de habilitación social de la organización TECHO.

Sentir la historia y la travesía de Will es inevitable, duele pero a la vez fortalece.

Lo primero que sentí fue indignación, coraje por la forma en que eran tratadas las personas en la “exhibición de fenómenos”, pero poco a poco ese sentimiento se fue convirtiendo en tristeza.
Mudé a un estado de vacío cuando el dueño del Circo de la mariposa, Méndez, calificó a Will como un ser magnífico. No pude entender lo que vino después, el rechazo de Will a la descripción de Méndez me sobresaltó, sin embargo, al poco tiempo comprendí lo difícil que debía ser para Will recibir comentarios positivos, alentadores e incluso buenos sobre su situación, pues él mismo se había resignado a sentirse sólo capaz de causar la pena, la burla y la repulsión de los demás.

Mi fe en Will se restauró cuando de alguna manera se las arregla para esconderse en un camión del circo de la mariposa. Pero lo que pasó después me hizo cuestionarme de una forma que no puedo describir; Méndez dijo a Will que podía unirse al circo de la mariposa si lo deseaba, pero no siendo exhibido por la rareza de su naturaleza, sino llevando a cabo una demostración de lo que en realidad es y de lo que es capaz.
La sentencia del dueño y presentador del circo de la mariposa trajo a mi mente un remolino de preguntas: ¿Cómo podía Méndez tener tanta confianza en la capacidad de Will? ¿Cómo sabía que Will lograría encontrar el camino hacia su propio acto y no sentirse frustrado o estancado en el intento? ¿Cómo sabía que el talento de Will estaba ahí cuando ni el propio Will creía en él?

Reflexionando sobre esta contrariedad y hasta desesperanza que me causó la forma en que Méndez ve la vida y las capacidades de los demás, me di cuenta de que vi en este carismático dueño de un pequeño circo, la imagen de muchas personas que a lo largo de mi vida me han abierto oportunidades valiosísimas y han creído y han confiado en mí aun cuando yo misma no lo hacía. Y aún ahora me pregunto ¿cómo pueden las personas llegar ser así? ¿Cómo se hace para sacar lo mejor de otras personas, para inspirar y alentar a hacer un esfuerzo más? ¿Cómo se logra hacer creer que no hay imposibles? ¿Cómo se siembra el deseo de buscar ser siempre mejor de lo que se era ayer? Y más que eso, ¿Cómo hacer todo lo anterior con alguien tan especial en circunstancias y capacidades como Will?

Por diversas causas, en más de una ocasión me he lamentado por mi situación particular, me he sentido en desventaja e incluso me he llegado a compadecer de mí misma. Y me es difícil confesar que en más de una ocasión me he sentido incapaz de lograr mis metas. Evidentemente al ser testigo de la historia de Will, lo mío pasa a ser trivial y hasta insignificante. Me doy cuenta de que estoy en más y mejor posición de ayudar que de necesitar ayuda, el problema era pues que había sido yo quien se marcaba los límites.

Una frase en particular describe muy bien mi reflexión anterior: “Tanto si crees que puedes como que no, en ambos casos tienes la razón”.

Will permanece en el circo de la mariposa y aprende a sentir lo que es ser tratado con respeto y a vivir en un ambiente amable, de trabajo y esfuerzo compartido. Ese circo parecía más una familia y él empezó a sentirse parte de eso y de la alegría y esperanza que la compañía llevaba incluso a las personas más pobres, tristes y olvidadas.

En las escenas en las que finalmente Will descubre que es capaz de pararse sin ayuda, que puede desplazarse e incluso nadar, sentí y entendí su lucha y su esfuerzo con mayor intensidad. Un torbellino de emociones y pensamientos se apoderó de mi mente y mi alma: la duda y la angustia por saber si lo lograría o no, el miedo a fracasar que siempre se hace presente, la esperanza y la fe que susurran que podrá que debe intentarlo un poco más, el deseo de que Méndez explique ¿por qué no lo ayudan?
Y cuando al fin lo logra, entendí todo. Dos reflexiones principales llegaron a mi pensamiento de inmediato: La primera, que el miedo y las dudas son válidos, es casi imposible no sentir angustia ante lo desconocido, pero ni por un momento debemos dejar que nos impidan intentarlo. Y la segunda, que a veces las personas que más nos aman y más confían en nosotros deben hacernos creer que estamos solos para que de esta manera sintamos la necesidad de sacar el coraje, la valentía y la fortaleza que no sabíamos que teníamos.
 
Hacia el final de la proyección, cuando vi a Will saltar desde lo alto y caer en un pequeño contenedor de agua, cuando lo vi recibir el aplauso del público que por primera vez lo admiraba por lo que en realidad es, por su valor y talento, cuando vi en la expresión de Méndez la satisfacción y las lágrimas de felicidad y orgullo por Will y el vitoreo y gritos de alegría del resto de los integrantes del circo, sentí una especie de inspiración muy poderosa, de ganas y de fuerza renovada, pero sobre todo sentí muchos deseos de buscar ser como Méndez.

Supe pues que todos estamos librando batallas y a nuestro nivel y bajo nuestras propias circunstancias, son difíciles y pueden hacernos sentir como Will, pero lo cierto es que muchas veces tenemos más de lo que pensamos. La salud, por ejemplo, es algo valiosísimo, el no padecer de discapacidades como la de Will que carece de todas las extremidades, el acceso a la educación, el tener un techo seguro sobre nuestra cabeza y un lugar al que volver después de un día difícil, la presencia de amigos, familia y hasta ángeles como Méndez en nuestras vidas. Hay más cosas por las que luchar y estar agradecidos todos los días que por las que deprimirnos o darnos por vencidos.

Una vez entendiendo que mi situación es más ventajosa de lo que jamás imaginé, quise buscar identificarme entonces con el papel de Méndez y mi participación en la organización TECHO.
Cada sábado convivo con pequeños que seguramente no son conscientes de las muchas capacidades y talentos que tienen, que posiblemente no han soñado con estudiar más allá de la secundaria o de repetir la vida de sus padres que es la única que conocen y a pesar de que he puesto lo mejor de mí en la difícil tarea de enseñarles y tratar de que me acepten y confíen en mí, nunca antes había entendido mi labor y mi capacidad de impacto en sus vidas como ahora.

Nació en mí una nueva misión para este servicio social que llevo realizando hace más de un mes. Ahora deseo, verdaderamente ser el circo de la mariposa para esos pequeños. No sé si la idea es demasiado utópica, la realidad es terriblemente complicada y a veces impactar en la vida de las personas lleva tanto tiempo que posiblemente yo no vea el resultado de lo que haga hoy, pero eso ya no me preocupa más, porque ahora estoy convencida de que vale muchísimo la pena intentarlo.

Mi admiración por el personaje de Méndez no hizo más que crecer a lo largo del corto. Este hombre se dedicó a rescatar a los ahora miembros de su circo, les dio una segunda oportunidad para elegir un camino diferente, les ayudó a mostrar la luz que había en ellos y que sólo hacía falta incentivar para que derramara su esplendor en la vida de todos aquéllos que asistían a sus funciones. Convirtió a seres tristes, solos, abandonados y hasta perdidos, en inspiración y ejemplo de personas de todas las edades… Y es por esto, por esta transformación tan noble que logra Méndez en sus artistas, que creo que es llamado “El circo de la mariposa”.

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