domingo, 21 de abril de 2013

El vuelo del oso


Para esta actividad, todos los integrantes del curso salimos del aula y formamos un gran círculo.
Posteriormente el profesor nos proporcionó un pequeño oso de peluche y nos pidió que nos lo fuéramos pasando de tal manera que al final todos hubieran tenido en sus manos el oso. La única condición era que quién tuviera en su poder al oso, debía enviarlo a algún compañero del otro lado del círculo, de tal manera que el oso “volara” de un lado a otro.

Todos debíamos recordar a la persona que nos envió el oso y a la que se lo enviamos, de tal forma que entre todos fuéramos capaces de reproducir la misma secuencia una y otra vez.

Comenzamos practicando el vuelo del oso una vez más. Después se nos pidió que intentáramos hacer el menor tiempo posible.
En nuestro primer intento logramos un tiempo de 32 segundos. Y a partir de ahí intentamos distintos métodos para mejorar.

Tras un par de intentos buscamos hacer el círculo más pequeño y compacto para que al estar más cerca pudiéramos ahorrarnos valiosísimos segundos. Y funcionó. Nuestro tiempo comenzó a oscilar entre los 20 y 25 segundos.

Al ver la mejora lograda, pensamos en que las personas que recibían el pase del oso en los primeros lugares estuvieran en un círculo muy pequeño y compacto dentro del círculo original y una vez recibido y hecho el pase, debían salir del círculo central para permitir que los que tenían los turnos consecutivos pudieran hacer sus pases en el centro y aminorar aún más las distancias. Y funcionó. Nuestros tiempos bajaron a alrededor de los 10 segundos.

Posteriormente el profesor nos permitió romper el círculo para organizar una estructura que nos permitiera mejorar todavía más nuestro tiempo. Y fue así como probamos colocar al oso en una superficie a poco más de un metro de distancia del suelo y crear filas para tocarlo en la secuencia correcta. Después de un par de intentos con esta idea, nuestro tiempo bajó a 8 segundos.
Poco después de este último intento deseamos mejorar aún más, pero ya no teníamos ideas. Preguntamos cuál era el mejor tiempo en que se ha hecho este ejercicio, históricamente hablando, y cuando el profesor nos dijo que hubo un grupo similar al nuestro que lo logró en 2 segundos, nos bloqueamos aún más.

Comenzamos a pensar seriamente que la manera en que estábamos pensando el ejercicio estaba mal y todo lo divertido que habían sido los intentos previos y el trabajo en equipo, dejó de serlo. Pasamos cerca de 7 minutos sin hacer un solo intento, sólo hablamos, discutimos, propusimos y desechamos ideas.

Finalmente se nos dieron unos últimos 4 minutos para intentar algo más pues la actividad debía concluirse ya. Presionados por el tiempo intentamos una última idea que consistía en colocar ambos brazos extendid
os al frente, muy juntos unos con otros en la secuencia correcta y en forma descendente, creando una “rampa” con la unión de los brazos de todos los participantes. De esta manera el oso sería arrojado cuesta abajo y pasaría tocando a cada uno en la secuencia requerida.


El último intento logró un tiempo de cerca de 3 segundos. Sin embargo haciendo una reflexión sincera, hubo participantes que aceptaron no haber tocado al oso, lo que iba en contra de las reglas del juego e invalidaba este último intento.

Luego de pensar en lo que este ejercicio significó, pude percatarme de la importancia que tiene escuchar, considerar todas las ideas y hacer incluyente el proceso de toma de decisión. 

A lo largo del juego hubo propuestas que no fueron escuchadas, o fueron desechadas de manera arbitraria. De la misma manera, hubo muchos comentarios pesimistas acerca de cada nueva idea que contagiaba la negatividad al resto del grupo y evitaba que se creyera en la posibilidad de mejorar. Y esto pasa constantemente en todos los sistemas a diferentes niveles en la vida real. ¿Cuánto talento, ideas y proyectos son mantenidos a la orilla, en el silencio, por falta de oportunidades y de inclusión? ¿Cuántas buenas ideas son difícilmente implementadas debido a la falta de fe por parte de la comunidad que se resiste a implementar cambios y antes de intentarlo ya está prediciendo el fracaso?

A partir de esta actividad entendí mejor la importancia de crear VERDADERO trabajo en equipo, de escuchar a todos, de buscar hacer sentir a todos parte de algo importante y una pieza clave para el éxito de lo que se hace. Nunca conformarse, siempre ir por más, pero honestamente y no perdiendo de vista jamás los intereses y necesidades de los demás.

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