Posteriormente el profesor nos proporcionó un pequeño
oso de peluche y nos pidió que nos lo fuéramos pasando de tal manera que al
final todos hubieran tenido en sus manos el oso. La única condición era que
quién tuviera en su poder al oso, debía enviarlo a algún compañero del otro
lado del círculo, de tal manera que el oso “volara” de un lado a otro.
Todos debíamos recordar a la persona que nos envió el
oso y a la que se lo enviamos, de tal forma que entre todos fuéramos capaces
de reproducir la misma secuencia una y otra vez.
Comenzamos practicando el vuelo del oso una vez más.
Después se nos pidió que intentáramos hacer el menor tiempo posible.
En nuestro primer intento logramos un tiempo de 32
segundos. Y a partir de ahí intentamos distintos métodos para mejorar.
Tras un par de intentos buscamos hacer el círculo más
pequeño y compacto para que al estar más cerca pudiéramos ahorrarnos
valiosísimos segundos. Y funcionó. Nuestro tiempo comenzó a oscilar entre los
20 y 25 segundos.
Al ver la mejora lograda, pensamos en que las personas
que recibían el pase del oso en los primeros lugares estuvieran en un círculo
muy pequeño y compacto dentro del círculo original y una vez recibido y hecho
el pase, debían salir del círculo central para permitir que los que tenían los
turnos consecutivos pudieran hacer sus pases en el centro y aminorar aún más
las distancias. Y funcionó. Nuestros tiempos bajaron a alrededor de los 10
segundos.
Posteriormente el profesor nos permitió romper el
círculo para organizar una estructura que nos permitiera mejorar todavía más
nuestro tiempo. Y fue así como probamos colocar al oso en una superficie a poco
más de un metro de distancia del suelo y crear filas para tocarlo en la
secuencia correcta. Después de un par de intentos con esta idea, nuestro tiempo
bajó a 8 segundos.
Poco después de este último intento deseamos mejorar
aún más, pero ya no teníamos ideas. Preguntamos cuál era el mejor tiempo en que
se ha hecho este ejercicio, históricamente hablando, y cuando el profesor nos
dijo que hubo un grupo similar al nuestro que lo logró en 2 segundos, nos
bloqueamos aún más.
Comenzamos a pensar seriamente que la manera en que
estábamos pensando el ejercicio estaba mal y todo lo divertido que habían sido
los intentos previos y el trabajo en equipo, dejó de serlo. Pasamos cerca de 7 minutos
sin hacer un solo intento, sólo hablamos, discutimos, propusimos y desechamos
ideas.
Finalmente se nos dieron unos últimos 4 minutos para
intentar algo más pues la actividad debía concluirse ya. Presionados por el
tiempo intentamos una última idea que consistía en colocar ambos brazos
extendid
os al frente, muy juntos unos con otros en la secuencia correcta y en forma
descendente, creando una “rampa” con la unión de los brazos de todos los participantes.
De esta manera el oso sería arrojado cuesta abajo y pasaría tocando a cada uno
en la secuencia requerida.
El último intento logró un tiempo de cerca de 3
segundos. Sin embargo haciendo una reflexión sincera, hubo participantes que
aceptaron no haber tocado al oso, lo que iba en contra de las reglas del juego
e invalidaba este último intento.
Luego de pensar en lo que este ejercicio significó,
pude percatarme de la importancia que tiene escuchar, considerar todas las
ideas y hacer incluyente el proceso de toma de decisión.
A lo largo del juego
hubo propuestas que no fueron escuchadas, o fueron desechadas de manera
arbitraria. De la misma manera, hubo muchos comentarios pesimistas acerca de cada nueva idea que
contagiaba la negatividad al resto del grupo y evitaba que se creyera en la
posibilidad de mejorar. Y esto pasa constantemente en todos los sistemas a
diferentes niveles en la vida real. ¿Cuánto talento, ideas y proyectos son
mantenidos a la orilla, en el silencio, por falta de oportunidades y de
inclusión? ¿Cuántas buenas ideas son difícilmente
implementadas debido a la falta de fe por parte de la comunidad que se resiste
a implementar cambios y antes de intentarlo ya está prediciendo el fracaso?
A partir de esta actividad entendí mejor la importancia
de crear VERDADERO trabajo en equipo, de escuchar a todos, de buscar hacer
sentir a todos parte de algo importante y una pieza clave para el éxito de lo
que se hace. Nunca conformarse, siempre ir por más, pero honestamente y no
perdiendo de vista jamás los intereses y necesidades de los demás.
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