Dicen por ahí que existe más gente buena que mala en
el mundo, que somos más los que estamos preocupados por hacer de éste un mejor
lugar para vivir, que hay más personas tendiéndole la mano a alguien que
haciendo daño. Pues bien, lo cierto es que a veces es muy difícil creer que esto
es verdad, sobre todo si se vive en un país que sufre de problemas severos de
violencia, de delincuencia, desigualdad, pobreza, desempleo, etc.
En la séptima sesión del curso me di cuenta de que es
verdad que aún hay personas que a pesar de la situación en que vivimos, no se
desaniman, siguen de pie, firmes, peleando por aportar su granito de arena, por
hacer una diferencia en la vida de los demás. En esta sesión dos proyectos
sumamente admirables vinieron a la clase a exponernos lo que hacen, sus
motivos, logros y planes y ambas asociaciones me dejaron muy sorprendida.
La primera lleva por nombre “Un techo para mi país” y
se encarga de llevar a cabo construcciones de casas en comunidades que no
tienen la posibilidad de construir para sus familias una casa digna. Lo
interesante de esta organización es que no sólo llevan a cabo las
construcciones jóvenes universitarios voluntarios, sino que se preocupan por
darle seguimiento a las comunidades a las que les brindan su ayuda y les llevan
un complemento muy valioso denominado “habilitación social”, con el que pueden
no sólo ofrecer apoyo material, sino enseñar a los miembros de la comunidad a salir adelante por sí
mismos.
La segunda es llamada “Nariz roja” y está conformado
por un grupo de personas que se han preocupado por hacer más llevadera la
situación de pequeños enfermos que se encuentran hospitalizados. Llevan
técnicas de riso terapia y relajación a los pacientes y a sus familiares y
aunque es una labor muy difícil, los integrantes de esta asociación dicen
encontrarse muy satisfechos de poder hacer una diferencia en el día o la vida
de alguien. Además, este grupo asiste al Albergue Temporal Infantil del DIF y
lleva actividades, alegría y compañía a los niños que se encuentran en este
lugar.
Lo primero que sentí al escuchar a los representantes
de estas organizaciones fue sorpresa, no podía creer que personas tan jóvenes,
con tantas ocupaciones, con impedimentos económicos e incluso teniendo que
trasladarse grandes distancias para promover sus ideas, trabajaran tan afanosa y perseverantemente por defender lo que
creen justo.
Posteriormente sentí mucha motivación y ganas de
formar parte de lo bueno que se está haciendo, por ser también un agente de
cambio y compartir lo que sé con los demás.
Así pues, he decidido unirme a una de estas
organizaciones y poner todas mis ganas, esfuerzo y voluntad por hacer un cambio
positivo en la vida de otros.
Esta sesión me ha enseñado que de verdad hay más
personas buenas y preocupadas por los demás que malas, y que todo podría
cambiar si las personas buenas que hay, se unieran para que pudieran ver la
fuerza que tienen y la capacidad de cambio tan impresionante que pueden generar
unidas.
He aprendido también que cuando de verdad se quieren
hacer las cosas, se puede, se encuentran las formas, los espacios, el apoyo, lo
principal es no dejarse vencer y trabajar duro por lo que se quiere y por
defender aquello en lo que se cree…
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