domingo, 10 de febrero de 2013

Proyectos de responsabilidad social


Dicen por ahí que existe más gente buena que mala en el mundo, que somos más los que estamos preocupados por hacer de éste un mejor lugar para vivir, que hay más personas tendiéndole la mano a alguien que haciendo daño. Pues bien, lo cierto es que a veces es muy difícil creer que esto es verdad, sobre todo si se vive en un país que sufre de problemas severos de violencia, de delincuencia, desigualdad, pobreza, desempleo, etc.

He sido testigo de cómo la sociedad mexicana ha ido perdiendo sensibilidad a los problemas que aquejan a los miembros de su misma comunidad, cómo hemos ido incorporando la violencia, la delincuencia, la pobreza y otros tantos males como algo normal y cotidiano. Hemos dejado de reaccionar ante las injusticias, hemos dejado de buscar soluciones a nuestros problemas, de apoyarnos entre nosotros, de trabajar por hacer una diferencia para los demás. Y lo más triste es que esta conducta, este conformismo parece ser contagioso y al sentirnos en un ambiente donde nadie se atreve a hacer nada, nosotros tampoco salimos del confort y nos convertimos también en espectadores.

En la séptima sesión del curso me di cuenta de que es verdad que aún hay personas que a pesar de la situación en que vivimos, no se desaniman, siguen de pie, firmes, peleando por aportar su granito de arena, por hacer una diferencia en la vida de los demás. En esta sesión dos proyectos sumamente admirables vinieron a la clase a exponernos lo que hacen, sus motivos, logros y planes y ambas asociaciones me dejaron muy sorprendida.

La primera lleva por nombre “Un techo para mi país” y se encarga de llevar a cabo construcciones de casas en comunidades que no tienen la posibilidad de construir para sus familias una casa digna. Lo interesante de esta organización es que no sólo llevan a cabo las construcciones jóvenes universitarios voluntarios, sino que se preocupan por darle seguimiento a las comunidades a las que les brindan su ayuda y les llevan un complemento muy valioso denominado “habilitación social”, con el que pueden no sólo ofrecer apoyo material, sino enseñar a los miembros  de la comunidad a salir adelante por sí mismos.

La segunda es llamada “Nariz roja” y está conformado por un grupo de personas que se han preocupado por hacer más llevadera la situación de pequeños enfermos que se encuentran hospitalizados. Llevan técnicas de riso terapia y relajación a los pacientes y a sus familiares y aunque es una labor muy difícil, los integrantes de esta asociación dicen encontrarse muy satisfechos de poder hacer una diferencia en el día o la vida de alguien. Además, este grupo asiste al Albergue Temporal Infantil del DIF y lleva actividades, alegría y compañía a los niños que se encuentran en este lugar.
 
Lo primero que sentí al escuchar a los representantes de estas organizaciones fue sorpresa, no podía creer que personas tan jóvenes, con tantas ocupaciones, con impedimentos económicos e incluso teniendo que trasladarse grandes distancias para promover sus ideas, trabajaran tan afanosa y perseverantemente por defender lo que creen justo.
Posteriormente sentí mucha motivación y ganas de formar parte de lo bueno que se está haciendo, por ser también un agente de cambio y compartir lo que sé con los demás.

Así pues, he decidido unirme a una de estas organizaciones y poner todas mis ganas, esfuerzo y voluntad por hacer un cambio positivo en la vida de otros.

Esta sesión me ha enseñado que de verdad hay más personas buenas y preocupadas por los demás que malas, y que todo podría cambiar si las personas buenas que hay, se unieran para que pudieran ver la fuerza que tienen y la capacidad de cambio tan impresionante que pueden generar unidas.
He aprendido también que cuando de verdad se quieren hacer las cosas, se puede, se encuentran las formas, los espacios, el apoyo, lo principal es no dejarse vencer y trabajar duro por lo que se quiere y por defender aquello en lo que se cree…

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