domingo, 24 de febrero de 2013

¿Qué significa ser ciudadano?


En la más reciente de las sesiones del curso hablamos del significado de la ciudadanía, sobre lo que es e implica ser un ciudadano.

De todo lo que vi y aprendí en esta sesión lo que más me llamó la atención fue la idea de que los ciudadanos no se generan de la nada, que es necesario capacitarlos, formarlos.

Creo que el concepto popularmente conocido sobre la ciudadanía, implica más derechos que obligaciones y se liga sobre todo con la capacidad de elegir a nuestros representantes en el poder. Sin embargo, lo cierto es que es necesario trabajar con los ciudadanos para fomentar el sentimiento de identidad, de pertenencia que tienen hacia su comunidad y hacia su nación, pues sólo de esta manera podremos garantizar que se sientan verdaderamente comprometidos con lo que ocurre a su alrededor.

Entendí el verdadero significado de la ciudadanía, supe que existen determinadas competencias, muy específicas que conforman al verdadero ciudadano, entre las que se encuentran la tolerancia, el respeto a la diversidad, una actitud positiva de toma de iniciativa y proactiva.
No pude evitar auto examinarme y darme cuenta de que hay habilidades en las que tengo que trabajar, me di cuenta de que un aspecto importante que he descuidado es el de informarme sobre los asuntos que tratan sobre mis representantes en los distintos niveles del poder.
Comprendí que el primer paso para participar en la política de nuestra sociedad, es informarnos sobre los problemas que nos aquejan y sobre las iniciativas y medidas que nuestros representantes están tomando para resolver esos problemas. Sólo entonces podremos actuar con verdadero conocimiento de causa, persiguiendo un objetivo concreto que se preocupe por el beneficio común.
 
Al término de esta sesión me di cuenta de que hay muchas cosas que se pueden hacer para participar, sin necesidad de portar un cargo explícito, todos tenemos poder para hacer, para actuar, para tomar decisiones y todo lo que hagamos tendrá un impacto en los demás y en lo que nos rodea, es por eso que no debemos darnos por vencidos, no debemos dejar de intentar, de trabajar, de esforzarnos, sólo porque no veamos un impacto o cambio inmediato a nuestras acciones, porque aunque toda la vida no nos alcance para ver los resultados de nuestro trabajo, podemos estar seguros de que los habrá y eso debe motivarnos a seguir adelante, a dar lo mejor de nosotros mismos siempre y en todo lo que hagamos.

Aterrizaje de proyectos de responsabilidad social


En la décima sesión de este curso tuve la valiosísima oportunidad de definir mi área de acción en los proyectos de responsabilidad social que se nos presentaron hace unas sesiones. Finalmente llegó el momento de llevar al terreno de la realidad mis deseos por ser parte de un cambio, de un esfuerzo que muchas personas hacen día a día por mejorar el lugar donde todos habitamos.

Tras mucho meditar, decidí participar en una comunidad que se encuentra a escasos 15 minutos de donde vivo. Lo he decidido así porque me parecía increíble que tan cerca de mi realidad cotidiana existiera una comunidad con tantas necesidades y en tan precarias condiciones.
Así pues, estaré participando en el plan de educación en el área de habilitación social de la organización “Un techo para mi país”, donde junto con otros jóvenes como yo me esforzaré por dar lo mejor de mí para tocar la vida de un grupo de niños de la comunidad que necesitan apoyo para reforzar y mejorar los conocimientos que adquieren en la escuela primaria.

Estoy convencida de que uno de los aspectos clave en los que debemos trabajar como país para poder solucionar de raíz muchos de nuestros problemas, es el de la educación. Si como nación nos preocupáramos por formar niños y jóvenes más y mejor preparados, cuando estas generaciones lleguen a convertirse en la fuerza laboral de nuestro país, no deberíamos preocuparnos por problemas tan frecuentes ahora como el desempleo, la falta de competitividad, la corrupción, la falta de participación, la pobreza, la injusticia, la impunidad, la violencia, etc.

Es por eso que me complace mucho poder ofrecer mi esfuerzo y mi trabajo en ésta área que yo considero tan importante y desde la cual espero poder hacer una diferencia…

Día de San Valentín


La novena sesión del curso me dejó un aprendizaje muy concreto, una experiencia muy breve que me gustaría compartir.

Es necesario mencionar que la clase tuvo lugar el 14 de febrero, día de San Valentín o del amor y la amistad, y precisamente este día debíamos llevar a cabo las actividades correspondientes a la evaluación parcial, por lo que no hubo verdadera oportunidad de llevar a cabo una dinámica compleja como las que usualmente realizamos. Sin embargo un breve acto por parte del maestro me dejó un enorme aprendizaje.

Al finalizar las actividades de evaluación, el maestro nos habló de lo importante que es demostrar nuestro cariño, aprecio y gratitud a las personas que significan parte esencial de nuestra vida y de quienes somos. Nos habló brevemente de lo mucho que puede hacer el aprovechar días como el 14 de febrero para decirle a aquél que ha sido buen amigo, compañero, apoyo, consejero o confidente, “gracias” por lo que ha sido y hecho en nuestra vida.

Si bien la fecha es sólo un pretexto y hubo en el salón quién argumentó que éste tipo de celebraciones no eran más que una estrategia de mercadotecnia para aumentar las ventas de determinados negocios, la verdad es que aunque lo expuesto por ese compañero sea cierto no es suficiente para que evitemos hacer un regalo o decirle a nuestros seres queridos lo valiosa que es su presencia en nuestras vidas y qué mejor que con estas acciones nuestras puedan verse beneficiados algunos negocios que seguramente llevarán un mejor ingreso a sus familias.

Después de esta sesión entendí que no hay razón para sentirse “ridículo” obsequiando detalles o abrazos en un día como éste pues tener el valor de ser agradecido con los demás nos hará sentir más tranquilos y en paz con nosotros mismos.

domingo, 17 de febrero de 2013

Los sombreros de los pretextos


El curso del día de hoy tuvo una temática muy polémica y retadora… El maestro tenía la firme intención de lograr un propósito con nosotros, demostrarnos que no existen razones o justificaciones válidas para permanecer pasivos ante los problemas que a lo largo de este tiempo hemos ido conociendo mejor.
Para lograr su propósito comenzó mostrándonos un video de un conferencista español que hablaba sobre cuatro sombreros:

-       El primero era un casco como el de un ingeniero, cuando el conferencista se lo ponía se volvía indolente a los problemas de los demás, hacía como que esa otra realidad no lo tocaba.
-       El segundo era un sombrero de policía, con éste, el conferencista criticaba y juzgaba duramente a los que acudían a él con sus problemas, de alguna manera hacía sentir a los demás culpables por la situación que estaban viviendo.
-       El tercero era un casco de minero y con él, el conferencista no dejaba de decir que “no veía claro”, dejaba ver un deseo de ayudar, de hacer algo por dar solución a los problemas, pero no sabía cómo o se decía que podría hacerlo mejor en el futuro, y así iba posponiendo su participación.
-       Finalmente el cuarto sombrero era el de un mago y cuando el conferencista se puso este sombrero hacía de cuenta que no existían los problemas, simplemente los desaparecía.

Los sombreros representan pues, las actitudes que tomamos ante los problemas que nos rodean y las realidades de los demás.

Después de ver el video, no pude evitar sentirme identificada con el casco del minero, con ese deseo de querer hacer algo, de aportar, pero de no saber por dónde empezar, de “no ver claro”. Me di cuenta de que efectivamente he pospuesto mi aporte a la solución desde hace tiempo, que siempre he pensado que podré aportar mejores cosas cuando tenga un poco de más tiempo y sobre todo dinero.  
Cuando el maestro no expuso los casos de personas que, no teniendo recursos, no teniendo tiempo e incluso bajo circunstancias extremas de pobreza y de violencia, dieron lo mejor de sí e hicieron aportaciones muy importantes a su comunidad, sentí como las barreras de los pretextos que me impuse sin querer, se derrumbaban.

Esta sesión me hizo darme cuenta del verdadero significado de la frase “querer es poder”, porque había personas con muchas menos posibilidades y recursos que yo haciendo algo por los demás, sin detenerse a posponer las cosas como yo.

Así pues he decidido no esperar más, ha nacido en mí una fuerza de voluntad renovada una que me mueve a buscar desde ahora espacios de acción donde puede utilizar al máximo lo poco que poseo ahora en beneficio de una obra más grande. 

domingo, 10 de febrero de 2013

Proyectos de responsabilidad social


Dicen por ahí que existe más gente buena que mala en el mundo, que somos más los que estamos preocupados por hacer de éste un mejor lugar para vivir, que hay más personas tendiéndole la mano a alguien que haciendo daño. Pues bien, lo cierto es que a veces es muy difícil creer que esto es verdad, sobre todo si se vive en un país que sufre de problemas severos de violencia, de delincuencia, desigualdad, pobreza, desempleo, etc.

He sido testigo de cómo la sociedad mexicana ha ido perdiendo sensibilidad a los problemas que aquejan a los miembros de su misma comunidad, cómo hemos ido incorporando la violencia, la delincuencia, la pobreza y otros tantos males como algo normal y cotidiano. Hemos dejado de reaccionar ante las injusticias, hemos dejado de buscar soluciones a nuestros problemas, de apoyarnos entre nosotros, de trabajar por hacer una diferencia para los demás. Y lo más triste es que esta conducta, este conformismo parece ser contagioso y al sentirnos en un ambiente donde nadie se atreve a hacer nada, nosotros tampoco salimos del confort y nos convertimos también en espectadores.

En la séptima sesión del curso me di cuenta de que es verdad que aún hay personas que a pesar de la situación en que vivimos, no se desaniman, siguen de pie, firmes, peleando por aportar su granito de arena, por hacer una diferencia en la vida de los demás. En esta sesión dos proyectos sumamente admirables vinieron a la clase a exponernos lo que hacen, sus motivos, logros y planes y ambas asociaciones me dejaron muy sorprendida.

La primera lleva por nombre “Un techo para mi país” y se encarga de llevar a cabo construcciones de casas en comunidades que no tienen la posibilidad de construir para sus familias una casa digna. Lo interesante de esta organización es que no sólo llevan a cabo las construcciones jóvenes universitarios voluntarios, sino que se preocupan por darle seguimiento a las comunidades a las que les brindan su ayuda y les llevan un complemento muy valioso denominado “habilitación social”, con el que pueden no sólo ofrecer apoyo material, sino enseñar a los miembros  de la comunidad a salir adelante por sí mismos.

La segunda es llamada “Nariz roja” y está conformado por un grupo de personas que se han preocupado por hacer más llevadera la situación de pequeños enfermos que se encuentran hospitalizados. Llevan técnicas de riso terapia y relajación a los pacientes y a sus familiares y aunque es una labor muy difícil, los integrantes de esta asociación dicen encontrarse muy satisfechos de poder hacer una diferencia en el día o la vida de alguien. Además, este grupo asiste al Albergue Temporal Infantil del DIF y lleva actividades, alegría y compañía a los niños que se encuentran en este lugar.
 
Lo primero que sentí al escuchar a los representantes de estas organizaciones fue sorpresa, no podía creer que personas tan jóvenes, con tantas ocupaciones, con impedimentos económicos e incluso teniendo que trasladarse grandes distancias para promover sus ideas, trabajaran tan afanosa y perseverantemente por defender lo que creen justo.
Posteriormente sentí mucha motivación y ganas de formar parte de lo bueno que se está haciendo, por ser también un agente de cambio y compartir lo que sé con los demás.

Así pues, he decidido unirme a una de estas organizaciones y poner todas mis ganas, esfuerzo y voluntad por hacer un cambio positivo en la vida de otros.

Esta sesión me ha enseñado que de verdad hay más personas buenas y preocupadas por los demás que malas, y que todo podría cambiar si las personas buenas que hay, se unieran para que pudieran ver la fuerza que tienen y la capacidad de cambio tan impresionante que pueden generar unidas.
He aprendido también que cuando de verdad se quieren hacer las cosas, se puede, se encuentran las formas, los espacios, el apoyo, lo principal es no dejarse vencer y trabajar duro por lo que se quiere y por defender aquello en lo que se cree…

domingo, 3 de febrero de 2013

El millonario secreto


La sexta sesión de Responsabilidad Social y Ciudadanía me causó un impacto un tanto aterrador. La dinámica de esta sesión, consistió en ver un capítulo del programa “The secret millionaire” de la BBC Entertainment.

Nunca antes había siquiera oído hablar de este programa, sin embargo supe entonces que se trataba de una especie de reality donde un empresario exitoso y millonario, decide hacer una donación a alguna persona, negocio o establecimiento, que pudiera verdaderamente necesitarlo.

Para poder elegir mejor al beneficiario de sus donaciones, los empresarios pasan quince días inadvertidos, inmersos en la vida de la comunidad en la que piensan contribuir. En este tiempo, ellos deben tratar de identificar los problemas más urgentes de atender, a las personas más susceptibles o necesitadas de ayuda y a los mejores candidatos para que sus aportaciones sean mejor aprovechadas.
Una vez concluidas las dos semanas, los empresarios toman una decisión y llevan a cabo la entrega de su donación.

El capítulo que tuve la oportunidad de ver fue aquél que narraba el caso de Ben Way, un joven de apenas 25 años que a pesar de parecer más un adolescente que un empresario exitoso, es uno de los ejecutivos más ricos de Londres. Este muchacho viajó a escasos 6 kilómetros de donde vivía y se encontró con uno de los barrios más pobres y con mayor índice delictivo de su país.
En este barrio permaneció por dos semanas haciéndose pasar por un universitario que se ofrecía como voluntario en el llamado “Club de Pedro”, que es un centro de entretenimiento y recreativo para niños y jóvenes de la comunidad. Desde aquí y con la ayuda de Yufu, el administrador del lugar, Ben puede tener una mejor visión  de los problemas que aquejan a esta comunidad.

Tras muchos análisis y la difícil tarea para Ben de por primera vez involucrar sus sentimientos y no sólo la mente en una decisión que trate de dinero, nuestro joven millonario decide hacer una donación al Club de Pedro, a James la mano derecha de Yufu y aun joven con sueños de ser diseñador de ropa.

Lo que más me impactó de este capítulo, es la transición que sufre Ben, de llegar a una realidad desconocida donde la violencia es un tema cotidiano, los asesinatos y el narcotráfico pensando que su dinero podría aportar fácilmente una solución, hasta que al casi concluir su estancia en este barrio se confunde verdaderamente, comienza a dudar de que el dinero pueda ayudar en algo o que siquiera pueda dar pauta a una solución mejor. Y siento que viví esa transición con él pude entender ese cambio de pensamiento.

¿Cómo saber cuál es la mejor manera de ayudar a alguien? ¿De qué forma puedo emplear mis recursos, mis habilidades o talentos para maximizar el impacto que tengan en los demás? ¿Para que en verdad hagan una diferencia?

Aún tengo todas esas preguntas aglutinadas en mi cabeza, dando vueltas, haciéndome dudar pero al mismo tiempo me han marcado una especie de guía porque no es posible hallar respuestas a lo que nunca nos preguntamos, y cuestionarnos es el primer paso para encontrar la verdad y en este caso mejores soluciones.

Así pues he decidido grabar en mi mente la experiencia de Ben y buscar la manera de llevar a cabo algún día mi aportación personal a la vida de alguien pensando en esas preguntas que sembró en mí este capítulo de “El millonario secreto”

sábado, 2 de febrero de 2013

¿Sabías qué...?


“Qué fácil es perder de vista lo que no se está buscando”… Ésta es la frase que no olvidaré después de la quinta sesión del curso de Responsabilidad Social y Ciudadanía.

Cuando llegamos al salón, las indicaciones fueron ubicarnos en equipos de cuatro integrantes y participar en un concurso de preguntas sobre asuntos globales. Sorprendidos porque esta actividad tendría repercusiones sobre nuestra calificación de la materia nos mantuvimos alertas. La idea principal de la dinámica era demostrar que estábamos enterados sobre los hechos más relevantes que acontecen en el mundo. El equipo que probara saber más ganaría la contienda.

Al principio intentaba concentrarme en traer a mi mente todo lo que sé sobre cultura general y sobre datos que en algún momento del pasado leí o aprendí. Sin embargo conforme fuimos avanzando en el reto, me di cuenta de que la intención del maestro no era que demostráramos nuestros conocimientos, sino que nos diéramos cuenta de lo poco que sabemos en realidad sobre temas de vital importancia, sobre eventos y problemas que nos incluyen y nos afectan porque somos parte de la humanidad y habitamos en este planeta.

Entre los datos que más se quedaron grabados en mi mente se encuentran que:

Ø  El 80% de la energía mundial proviene de combustibles fósiles.
Ø  El 20% de la población mundial vive con 2 dólares o menos al día.
Ø  Los Estados Unidos gasta más en armamento que los 15 países que más gastan en armas a nivel mundial juntos.
Ø  Los estadounidenses aportan $30,000 millones de dólares al año para apoyar obras benéficas alrededor del mundo, pero gastan $67,000 millones de dólares al año tan sólo en sus mascotas.
Ø  1,000 millones de personas a nivel mundial viven con desnutrición crónica.
Ø  23,000 personas mueren al día en todo el mundo.

Conforme me iba enterando de más datos, me olvidaba más de la competencia y de la calificación, comencé a sentirme muy ajena a las realidades de las que hablaban las respuestas a las preguntas. Y es que siendo sinceros, ¿cuántos de nosotros estamos realmente informados de lo que pasa a nuestro alrededor?

Una extraña sensación de culpa mezclada con ignorancia se apoderó de mis pensamientos. Entendí que no es posible comprometerse a ayudar a resolver problemas de los que no sé nada o no lo suficiente y decidí entonces aprovechar al máximo la oportunidad de reflexión que esta actividad me estaba ofreciendo. No sólo puse verdadera atención a los datos que desconocía, sino que me di cuenta de que la razón por la que había muchas cosas que no sabía es porque me he preocupado sólo por mi realidad personal, por mis problemas, por lo que yo busco o necesito y esta especie de egoísmo es muy común, por lo que nos hemos desentendido de lo que aqueja a nuestro prójimo y aunque en el corto plazo sintamos que no nos afecta, tarde o temprano las consecuencias nos tocarán también de manera personal.

Así pues, decidí aportar mi interés y verdadero compromiso, salir de ese egoísmo y comenzar por enterarme de lo que pasa a mi alrededor. Ahora busco espacios para leer y escuchar las noticias, para enterarme de lo que pasa en mi estado, mi municipio y hasta en mi colonia. Me di cuenta de que siempre he dicho que quiero ser de esas personas que marcan una diferencia, pero nunca me planteé de forma realista y objetiva cómo haría para lograrlo, y aunque sigo sin saber cómo haré para aportar algo verdaderamente significativo, si sé que debo empezar por enterarme muy bien de las áreas de oportunidad que existen, de los problemas que vivimos y compartimos como humanidad que somos, de las actividades que ya se llevan a cabo, de los lugares donde mis habilidades o conocimientos podrían ser bien empleados… Siento que he encontrado un comienzo…