En las últimas dos sesiones de la clase de
Responsabilidad Social y Ciudadanía nos dedicamos a jugar Starpower.
Starpower es un juego que consiste en intercambiar
fichas de colores que tienen diferentes valores. Al principio se le otorga a
cada jugador un sobre con una combinación específica de cinco fichas de
distintos colores, los sobres son repartidos al azar y posteriormente cada
jugador contará con cinco minutos para intercambiar fichas con sus compañeros y
así intentar mejorar su puntuación. Además del valor de las fichas, es posible
ganar puntos por cada intercambio realizado o por juntar varias fichas del
mismo color.
Al finalizar los cinco minutos de la primera ronda,
cada jugador contabilizó sus puntos y al hacer un conteo general aquéllos con
los mejores puntajes fueron asignados a un grupo pequeño que se identificaba
con gafetes en forma circular, los que tenían las peores puntuaciones se asignaban
a un grupo especialmente numeroso con un gafete cuadrado y aquéllos que
quedaban en medio fueron asignados a una mesa igualmente mediana y con gafetes
en forma de triángulo. Una última oportunidad para aumentar la puntuación era a
través de los bonos, a cada grupo se le otorgaban 3 fichas con valor de 25
puntos y los integrantes decidían a qué miembros otorgar los puntos.
Para la segunda ronda, nuevamente se otorgaron sobres
con fichas y nuevamente se nos dieron 5 minutos para intercambiar, al agotarse
el tiempo, contamos nuestros puntos y unos cuantos compañeros fueron ascendidos
a un grupo con mejor status mientras otros cuantos fueron degradados a un grupo
inferior. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros permanecimos en el mismo
grupo.
Ronda tras ronda, los que nos convertimos en cuadrados
en el nivel más bajo de la estructura, nos percatamos de que no importaba lo
que hiciéramos, nos podíamos ascender, notamos además de que los sobres que se
otorgaban en nuestro grupo contenían sólo fichas de bajo valor, mientras que
los círculos parecían tener siempre fichas con puntuaciones altas. Las reglas
eran injustas, de esa manera nunca podríamos hallar una forma de mejorar
nuestra situación.
Mientras el tiempo pasaba me daba cuenta de que mi
puntaje seguía siendo el mismo, el juego se tornó desesperante e incluso
aburrido. Hasta que, en colaboración con un compañero, descubrimos que podíamos
incrementar considerablemente nuestro puntaje llevando a cabo el mayor número
de intercambios posibles. No eran intercambios verdaderos, en realidad no
cambiábamos fichas, sólo llevábamos a cabo el proceso de “intercambiar” para
poder contar puntos a nuestro favor por hacer intercambios.
Tras algunos juegos los círculos tuvieron el
privilegio de cambiar las reglas si querían y los triángulos el de proponer
cambios. Sin embargo, los círculos sólo buscaron cambiar para beneficiarse y
los triángulos no eran escuchados.
Luego de mejorar nuestra técnica de los intercambios,
pudimos ascender en la estructura, pero una vez llegando a un grupo mejor,
comenzamos a actuar como ellos.
Cuando finalmente se dio el juego por terminado y se
nos pidió hablar de lo que sentimos y vivimos con el juego de Starpower, pudimos
entender que este juego no hacía más que simular el sistema económico, político
y social que vivimos a nivel mundial.
Los ricos siguen haciéndose ricos, los que se
encuentran en medio, rara vez tienen la oportunidad de ascender y los pobres siguen
siendo pobres porque no tienen manera de mejorar, siguen obteniendo muy pocos
recursos y poco a poco la desesperación se apodera de ellos y buscan formas de
revelarse o de corromper el sistema (como lo que hicimos al llevar a cabo
muchos “intercambios falsos”).
Creo que finalmente entendí que la aparente apatía de
los ricos o la “flojera” y falta de progreso de los pobres, no deriva de las
propias personas, sino de las circunstancias en las que han vivido, son las
reglas del juego las que son injustas, las que provocan rencores, desesperación
y falta de interés y entusiasmo en los grupos. Son las circunstancias en las
que nos ha tocado jugar las que nos orillan en muchas ocasiones, a ya no
intentar nada nuevo, a resignarse a vivir donde nos ha tocado o a buscar formas
no éticas para avanzar.
Por más que me esforcé en tratar de hallar una forma
de equilibrar el juego, sólo se me ocurre intentar cambiar las reglas, no
permitir que el poder se concentre en los que más tienen, tratar de ofrecer más
recursos para trabajar a los más pobres y así permitir mayores posibilidades de
ascender por méritos. Creo que si los que menos tienen sienten que sus
esfuerzos pueden rendir frutos, tendrían mayor motivación para proponer y salir
adelante, lo que mejoraría poco a poco las reglas del juego.
No sé si mi teoría funcione en realidad y aunque lo
hiciera, no tengo idea de qué se podría hacer para poder llevarla a cabo. Este
juego me ha dejado muy confundida y dado que me tocó jugar el rol del cuadrado
al final de la estructura, experimenté sentir la frustración, desesperación y
hasta cansancio que me obligó a entender mucho mejor la necesidad de equilibrar
el juego.
Esta es la primera reflexión del curso que no me lleva
a una resolución concreta, sólo al despertar de mi consciencia a una realidad a
la que no estaba abierta. Recomendaría a más personas jugar Starpower, para que
puedan como yo ponerse en el lugar y las circunstancias del otro, pero sigo
intentando buscar la forma de encontrarle una solución a ese juego.
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