En esta sesión conocí el extraordinario caso de
Medellín, la capital del departamento de Antioquía en Colombia y la segunda
ciudad colombiana más poblada después de Bogotá.
Ésta es la historia del alcalde Sergio Fajardo quien,
sin ninguna experiencia en el ámbito político, fue un dirigente excepcional de
la ciudad de Medellín. Éste ciudadano en toda la extensión de la palabra, es
matemático de profesión y tiene amplia experiencia en la enseñanza dentro de
las aulas universitarias, ha publicado para diversas revistas e incluso es
autor de libros.
Y aunque toda su experiencia se encontraba en el área
académica, Fajardo se dio cuenta de que podía aplicar su conocimiento y sus
habilidades en la mejora de su ciudad y decidió proponerse como candidato a
contender por la presidencia municipal de Medellín, conformando cuidadosamente
a su equipo; escogió elementos con vasta
experiencia en su ramo y bases sólidas formativas, la mayoría sin ningún tipo
de carrera política pero conocidos por su honestidad, entusiasmo y habilidad
para trabajar en equipo.
Una vez conformado el grupo de trabajo, Fajardo llevó
a cabo una contundente, arrasadora y poco usual campaña política; se dedicó a
recorrer a pie las calles de Medellín, a colocarse en semáforos y abordar
camiones para compartir con la población los proyectos, planes e ideas que
tenía para lograr un verdadero cambio en su Ciudad.
Poco tiempo después, Fajardo estaría siendo nombrado
Alcalde de Medellín y con este nuevo cargo puso en práctica lo que el mismo
llama “la fórmula” que no es más que su guía a seguir para rescatar a la ciudad
del miedo profundo en que vivían debido a los altísimos índices de homicidios y
violencia. La idea principal de dicho método consiste en visualizar dos
árboles: uno de la violencia y otro de la desigualdad social. Ambos se
encuentran fuertemente unidos por las raíces.
Fajardo comenta que al inicio de su mandato dividió a su
equipo a la mitad, cada mitad se enfocó a cada árbol e intentaron arrancar los
dos árboles desde la raíz, trabajando duro y esforzándose, sin embargo, después
de un tiempo se dieron cuenta de que la técnica no estaba funcionando.
Así pues decidieron colocarse todos en un solo árbol y
tirar con todas sus fuerzas hasta que notaron que poco a poco el árbol
comenzaba a moverse y a salir de la tierra, entonces, cuando lograban mover un
poco el árbol de violencia, todos se trasladaban inmediatamente al árbol de la
desigualdad social y tiraban todos juntos de él. Y así sucesivamente hasta que
poco a poco ambos árboles fueron removidos considerablemente y la
transformación de la ciudad de Medellín dejó de hacerse esperar.
Además, el ex alcalde hace especial énfasis en que para poder atacar el
problema de la violencia, tuvo que validar, limpiar y confiar mucho en sus
cuerpos policíacos. Hubo que buscar la restauración de la fe y la confianza de
los ciudadanos en sus policías ayudándoles a estos últimos a reconstruir su
prestigio y respeto. Y cada vez que en conjunto se asestaba un golpe a la
violencia en algún sector de la ciudad, de forma inmediata se hacía realidad
alguna obra que implicara un ataque a la desigualdad en ese mismo lugar, de
esta manera se prolongaba el efecto de las acciones tomadas en contra de la
violencia y se perpetuaba el combate a la desigualdad.
Las técnica de intervención social más empleada fue la
arquitectónica; con la construcción de “parques-biblioteca”, colegios,
hospitales, centros recreativos y de encuentro con la ciencia, la cultura y el
arte, entre otros. Las construcciones permitieron al gobierno de Fajardo
ofrecer algo real y tangible a los ciudadanos para que estos pudieran ir
recuperando poco a poco la esperanza y depositaran su confianza en las medidas
y decisiones del equipo de gobierno que los dirigía.
Así pues, mientras más ciudadanos pasaban del
miedo a la esperanza a través del
combate a la desigualdad social, más se reducían los índices de violencia,
creando así un ciclo de refuerzo positivo que se convertiría en el motor del
cambio para Medellín.
Muchos ojos fueron puestos sobre Medellín durante y
después del mandato de Fajardo debido a la reducción tan impresionante en los
índices de violencia y a la belleza e ingenio que se imprimió en las obras
arquitectónicas, llevando las ideas y la dirección de Fajardo a otro nivel.
Ahora que escucho su conferencia y puedo palpar tantas
pruebas de que es posible cambiar, de que la sociedades en verdad pueden pasar
del miedo a las oportunidades, a la esperanza, pienso seriamente si las
barreras que nos impiden tomar acciones en México, no son más mentales que
reales.
Si bien nosotros también enfrentamos problemas severos
de inseguridad, Medellín nos da una demostración magistral de que es posible
liberar a los mexicanos del miedo, recuperar el honor y fortaleza del sistema
jurídico y de los cuerpos policíacos.
Veo con asombro que es posible conformar un grupo de
personas que de verdad represente los intereses de la ciudadanía, con la
honestidad y la responsabilidad como bandera y respaldo.
Me doy cuenta también de que tenemos mucho que hacer
como ciudadanos, pues sino vigilamos las acciones de nuestros gobernantes no
podremos inducir a la conformación de equipos de dirigentes que se preocupen
tanto como Fajardo por su Ciudad y quienes ahí habitan.
Sin duda alguna ver el video de la conferencia de
Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín, me ha dejado profundas reflexiones,
pero sobre todo ganas de mostrarle a cuántas personas pueda que estamos en un
error al dar por hecho que no podremos con la delincuencia, con la corrupción,
la desigualdad, la pobreza o el propio sistema, estamos equivocados al creer
que no somos factores de cambio, que ya no hay gente honesta, que hay más corruptos
que honrados. Medellín nos enseña que SÍ ES POSIBLE, que debemos trabajar
unidos y demostrar que podemos, porque somos tan capaces como los colombianos
de hacer equipo a favor de nuestro país, de todos los que habitamos aquí, porque
México también merece dejar atrás el miedo y traer a su gente la esperanza.
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