En la entrada anterior describí mi acercamiento al
verdadero concepto de ciudadanía y a lo que implica ser un verdadero ciudadano.
En esta ocasión, y situándome en un contexto que me es más familiar, hablaré de
lo que me hizo pensar y sentir el escuchar la conferencia de Denisse Dresser titulada
“De la sumisión a la participación ciudadana” donde se habló de la ciudadanía
en México.
Antes que nada, permítaseme destacar las ideas que más
me impactaron dentro de su conferencia. Dresser mencionó una serie de datos y
hechos que acontecen en México que me impactaron mucho y entre ellos se
encuentran los siguientes:
·
El hijo de un obrero tiene sólo el 10% de
oportunidades de estudiar una carrera universitaria.
·
La población mexicana está en su gran mayoría
preparada sólo para ser trabajadora y no emprendedora.
·
México es un país que apuesta a los recursos y a la
población mal pagada que los procesa en vez de invertir en el capital humano y
en la educación de su gente.
·
Tenemos un gobierno que apuesta a la realización de
obras públicas, caminos y apoyos de corto plazo.
·
Poseemos un sistema donde los ascensos están basados no
en el mérito sino en las relaciones, no en la excelencia sino en los contactos.
·
Debido al punto anterior y dado que la excelencia y el
talento mexicanos no encuentran espacios de oportunidad para desarrollarse,
nuestros recursos humanos más brillantes se trasladan a otros países,
exportamos lo mejor que tenemos y dejamos a México en la mediocridad.
·
Como dijo Octavio Paz en su famoso “Laberinto de la
soledad”, los mexicanos nos hemos convertido en ciudadanos “resignados, pacientes
y sufridos”.
·
Hemos caído en el conformismo de pensar que no es
posible hacer nada para cambiar nuestra situación, que la pobreza, la violencia,
la corrupción y la desigualdad son problemas
que jamás podremos solucionar.
·
Estamos cayendo en la llamada “fracasomanía”, en una
actitud permanente de pesimismo ante una realidad que nos parece inamovible.
·
No nos hemos dado cuenta de que no debemos esperar “salvadores”,
que llegue determinado partido o gobernante a cambiarlo todo, porque los
salvadores no existen.
·
No hemos notado que los buenos gobernantes se forjan a
base de buenos ciudadanos.
Escuchar esta conferencia me sumió en una profunda reflexión
de la que creo que aún no me recupero, porque son totalmente ciertos todos y
cada uno de los puntos anteriores y yo también he caído en ese pensamiento de
pesimismo y fracaso en el que se siente que no importa cuánto me involucre, no
importa cuánto lo intente o cuánto me esfuerce, lo que yo haga no hará jamás
una diferencia porque se vuelve nada comparado con el monstruo de poder y
corrupción que representa nuestro sistema.
La cuestión es que no había notado que desde pequeños
nos han enseñado a sentirnos así, sin autoridad, sin capacidad de actuar, de
emprender o de cambiar. Nos enseñan
nuestra propia historia a base de fracasos, hemos visto a nuestros héroes
morir, al pueblo levantarse con deseos de cambio y nunca lograrlo. Vemos a
diario como la delincuencia puede más que nuestros cuerpos policíacos y nuestro
sistema de justicia, como la corrupción le cierra espacios y oportunidades a
las nuevas generaciones y vemos cada periodo electoral desfilar un sinfín de
promesas que nunca se cumplen.
Y es así como nos hemos convertido en una sociedad muy
conveniente para quienes buscan llegar al poder con la única finalidad de
satisfacer sus propios intereses, pues al ser nosotros un pueblo tan pasivo y
sumiso, resignado a que todos nuestros problemas son parte intrínseca de
nuestra realidad y que no podemos cambiarlos, nuestros gobernantes aprovechan
para seguir robando impunemente a nuestra nación.
Después de llevar a cabo todas las reflexiones que he
compartido anteriormente, me di cuenta de la verdadera importancia de la
educación, de hacer sentir confianza en nuestros niños y jóvenes sobre su poder
para cambiar la situación en la que viven e impactar en lo que los rodea. Entendí la
necesidad tan imperante que tenemos de exigir educación de calidad que permita formar
verdaderos ciudadanos, que se sientan parte de un país tan maravilloso y
completo como lo es México, porque sólo quienes sienten al país suyo se podrán
preocupar verdaderamente por él.
Es necesario que hagamos un gran esfuerzo en lo
individual y lo colectivo para dejar de visualizarnos como perdedores, como un
país que ya no tiene solución ni alternativa y que depende exclusivamente de la
voluntad de quienes lleguen al poder. Basta de pensar que no podemos hacer una
diferencia.
En lo personal he decidido informarme mejor sobre las
cosas buenas que tenemos como país y como mexicanos, porque tenemos paisajes
insólitos y únicos, tradiciones milenarias, platillos deliciosos, especies que
sólo existen aquí, porque nuestra gente es cálida, alegre y amable, porque
muchos turistas viajan a nuestra tierra a disfrutar de este paraíso del que
gozamos nosotros, de las playas, bosques y selvas mexicanas. Porque el mexicano
no se da por vencido, porque sabemos solidarizarnos y salir adelante trabajando
más que los demás y esforzándonos el doble, porque merecemos un país mejor,
empecemos a ser y formar con la palabra y el ejemplo, verdaderos ciudadanos,
ciudadanos dignos de México.
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