domingo, 27 de enero de 2013

La recompensa



Dicen que el dinero y las posesiones materiales cambian a las personas, hacen que pierdan el verdadero sentido y valor de la vida. Hoy comprendí, a través de una dinámica muy interesante, cuán cierto es este pensamiento popular.

Todo comenzó cuando el maestro nos ofreció una hoja tamaño carta con algunas preguntas acerca de nosotros mismos, sobre nuestros gustos y disgustos, sobre las películas y libros que nos gustan, comida favorita, etc.
Se nos pidió contestar cada una de las preguntas y una vez lleno el cuestionario, buscar compañeros que coincidieran con nuestras respuestas. Además,  los primeros tres en llenar el formato con los nombres de aquéllos que gustan de las mismas cosas que ellos obtendrían un décimo extra sobre la calificación del primer parcial.

Como era de esperarse, el sentido de competitividad nos invadió y una vez lleno el cuestionario, todos comenzamos desesperadamente a buscar compañeros afines a nosotros, hubo quien gritaba sus respuestas con la esperanza de hallar a alguien que coincidiera, y pronto se escuchaba por todo el salón: “¿A quién le gusta el sushi?”, “¿Quién odia hacer la tarea o lavar platos?” “¿Quién ha leído El Código Da Vinci?”.

Poco a poco fuimos encontrando coincidencias y al poco rato tres afortunados habían entregado ya sus formatos y todos volvimos a tomar nuestros lugares.

Ninguno de los tres ganadores se imaginó lo que sucedería después. El maestro les puso una última condición a cada uno para ser merecedores indiscutibles de los décimos extra… A cada uno fue haciéndole preguntas sobre los compañeros que coincidieron con ellos en respuestas: “Dime, ¿a quién le gusta el sushi como a ti?”. Entonces me imaginé lo que hubiera pasado si hubiera sido a mí a la que le hubieran preguntado…

Lo cierto es que me preocupé tanto por terminar pronto que no presté verdadera atención a los nombres que escribía en la hoja, si el maestro me hubiera cuestionado a quién le gustaba el mismo platillo que a mí (por más que me esforcé en tratar de recordar) no hubiera podido responder. Y lo mismo les ocurrió a los tres finalistas.

Cuando reflexioné sobre lo sucedido, me di cuenta de que no podía recordar los nombres porque me concentré sólo en terminar primero y obtener los décimos extra.
Lo que ocurrió fue pues, que cuando el maestro colocó la recompensa de por medio, todo lo demás pasó a un segundo plano…

En un principio me sentí mal por no poder recordar pero cuando comprendí lo que había sucedido con esta actividad pude llegar a una mejor reflexión… Muchas veces estamos tan concentrados en obtener lo deseado, conseguir ésa anhelada meta o llegar a determinado destino que olvidamos disfrutar del camino, de la compañía de  personas con las que pudimos entablar valiosas relaciones y construir buenos momentos que finalmente perdurarían en los recuerdos, a veces, olvidamos detenernos y admirar el paisaje. 

sábado, 26 de enero de 2013

Un principio sobre las relaciones…


Antes de comenzar cualquier viaje, aventura, proyecto o convivencia es muy importante establecer las reglas del juego... Éste es el aprendizaje que me llevé de la segunda sesión de Responsabilidad Social y Ciudadanía que me hizo reflexionar de manera más profunda y diferente sobre la idea del establecimiento de normas y objetivos para cualquier relación que pretenda establecer con otras personas en el futuro.


Normalmente en una clase, ésta es la parte que los alumnos menos deseamos escuchar, que nos den una lista de cosas con las que debemos cumplir en tiempo y forma y que además nos informen sobre cómo nos penalizarán por cada error o falta cometida. Sin embargo, la manera en que el guía y maestro de este curso nos habló de la importancia que tenía, no el imponer reglas, sino el llegar a acuerdos que facilitaran y ofrecieran un mejor aprendizaje, me pareció muy razonable, me hizo sentir cómoda y encontrar aplicaciones de este nuevo aprendizaje en ámbitos más allá del terreno de la clase.

En cualquier tipo de relación que establezcamos, desde las laborales y hasta en aquellas más personales, siempre será importante ser sinceros y establecer claramente lo que nos gusta, lo que no y lo que esperamos de nosotros  mismos y de las otras personas para que juntos podamos negociar metas alcanzables, viables y que satisfagan los deseos de cada uno de los involucrados. Hacer esto nos permitirá gozar de una experiencia más rica, un ambiente cómodo y un camino dirigido hacia objetivos comunes que se alcanzan a través de la suma del esfuerzo de todos y el trabajo en equipo.

viernes, 25 de enero de 2013

La telaraña y el mundo


Una de las actividades más populares en el primer día en un curso nuevo, consiste en presentarse al grupo exponiendo nombre, lugar de procedencia, gustos y expectativas, y fue precisamente esto lo que se nos pidió hacer el primer día en Responsabilidad Social y Ciudadanía.

Se nos pidió retirar mesas y crear con las sillas un círculo para dar lugar a una especie de mesa redonda y mientras cumplía con las instrucciones noté un aire especial de apoyo entre los compañeros que estaban a mi alrededor, todos prestos a poner lo mejor de sí mismos, a ayudar y eso me hizo sentir en confianza, una corazonada me dijo entonces que éste sería un muy buen grupo de personas con quienes compartir la aventura.

Efectivamente uno a uno nos fuimos presentando y tras cada intervención personal pasábamos la palabra a otro compañero aventando una bola de estambre y conservando un extremo del mismo, de tal forma que cuando el último de nosotros habló, entre todos habíamos ya construido una telaraña de estambre de la cual cada uno poseía un extremo.

Poco después el guía y maestro colocó una base de plástico con una pelota sobre ella en el centro de la telaraña que habíamos tejido. La pelota era una representación en miniatura del planeta Tierra, y se tambaleaba de un lado a otro sobre la base de plástico plana. Todos nos pusimos tensos, las instrucciones eran precisas, no dejar que la pelota cayera al suelo y para ello cada uno de nosotros tuvo que cuidar la tensión de su pedazo de telaraña y evitar hacer movimientos bruscos.

La tarea era difícil, éramos muchos y la base no proveía de un buen soporte a la pelota, a punto estuvo de caerse cuando algo extraordinario pasó, por puro instinto de supervivencia a la prueba, entre todos nos coordinamos para mover nuestros extremos de la telaraña de tal forma que pudiéramos darle mayor estabilidad a la base y evitamos que la pelota cayera.
Ciertamente la satisfacción de lograr evitar la caída nos invadió y al mismo tiempo un sentimiento de identidad, de pertenencia a un equipo que trabajaba unido para lograr un objetivo común.

La representación de nuestro mundo en la pelota no es fortuita y la actividad inmediatamente me remitió a lo importante que es que cada uno de nosotros ponga de su parte para lograr sostener a nuestro planeta. Si alguno de nosotros hubiese aflojado su extremo de la telaraña la base de plástico se hubiera desequilibrado y tal vez el resto del equipo no hubiera podido evitar que la pelota cayera. Si uno de nosotros hubiera fallado en su misión todos habríamos sufrido las consecuencias.

El equipo es pues la humanidad entera, todos poseemos un extremo de la telaraña en la vida real, una oportunidad para hacer nuestra parte y evitar que nuestro planeta caiga y queden en el olvido las cosas buenas, los valores, los momentos, las amistades, nuestros paisajes, la convivencia…

Dicen por ahí que hoy en día:

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos.

Todos tenemos la oportunidad de dedicar nuestro trabajo diario a evitar que la pelota se caiga, desde nuestras diferentes trincheras buscar ser mejores con nosotros mismos y con los demás y en la medida en que cada uno de nosotros haga mejor lo que le toca, éste será un mejor lugar para todos…

Bienvenida



Antes que nada creo que es necesario advertir que nunca en mi vida había llevado un diario o una bitácora personal como pretende fungir este blog y por tanto es posible que no me sea fácil lograr el objetivo de compartir, con cualquiera que pudiese hallar este espacio, un poco de mis experiencias y reflexiones nacidas de la materia de Responsabilidad Social y Ciudadanía… Esta aventura ha nacido gracias al comentario de un compañero de la carrera que me ha asegurado que después de tomar este curso dejaré de ver la vida de la misma manera y me he dispuesto a emprender este nuevo viaje con mucho entusiasmo y a la expectativa de lo que pueda suceder en el camino.


A través de este espacio compartiré mis experiencias y más profundas reflexiones acerca de lo que viva, vea, escuche y sienta a lo largo de este curso. Buscaré ofrecer historias y anécdotas interesantes, mensajes que puedan llevar a una buena reflexión y mi sentir sincero acerca de lo vivido… Bienvenidos J.